Las que trabajan esta tierra.- Por Ulises Rangel YAM, yoamomatamortos.org
¿Quién garantizó el desarrollo de nuestra ciudad y nuestra región, sino las mujeres?

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por Ulises Rangel

En una reunión de esas de funcionarios de club de tobby, uno de los hombres que participaban empezó a asegurar que “Todo el problema de la pérdida de valores y de convivencia, comenzó cuando las mujeres salieron de casa a trabajar y dejaron a los hijos sin una formación adecuada”, según él y según muchas personas, el lugar de una mujer es en el hogar. Nada más misógino. Esta, sin embargo, no es la historia sobre el trabajo de las mujeres y su participación en el desarrollo de nuestra ciudad, esta no es la historia que deben escuchar las mujeres, hijas y nietas de Matamoros. Esta gran mentira, es resultado de una sistemática opresión sobre las mujeres que, entre otras cosas, ha invisibilizado su contribución a la construcción de esta región, y que ha resultado en un sin fin de violencias que no permiten el adecuado desarrollo social y profesional de ellas, las mujeres fronterizas. 

Entonces, a pesar de las creencias de algunas personas en cuanto a los roles de las mujeres dentro y fuera del hogar, las mujeres matamorenses han sido piedra angular en la fuerza de trabajo en nuestra ciudad y a la par han hecho malabares para cumplir con los estándares y expectativas de la sociedad en cuanto a la atención para sus familias.

La Presidenta Claudia Sheinbaum, se comprometió a que durante su administración el Sistema Nacional de Cuidados será una realidad y comenzará apoyando a las mujeres jornaleras y maquiladoras del país.

“No es un asunto de condenarnos a ello, es de reivindicación y reconocimiento, pero en ello también significa que el trabajo del hogar debe compartirse con la pareja y, más allá de ello, debemos seguir construyendo un sistema de cuidados con el objetivo de que las mujeres tengan derecho a sus autonomías y tengamos derecho al desarrollo pleno. Como lo dije en campaña, vamos a iniciar este sistema de cuidados con las jornaleras agrícolas y con las mujeres de la maquila, por un sentido simple, se llama justicia”

En campaña ya había anunciado que en la frontera norte del país construirá 60 centros de educación inicial para atender a los hijos de las mujeres maquiladoras.

Según la investigadora María Eugenia de la O Martínez del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social/Unidad Occidente, desde 1960, las primeras maquiladoras se establecieron bajo el sistema de zona libre y franjas fronterizas con Estados Unidos en las ciudades de Tijuana, Ciudad Juárez, Matamoros, Mexicali y Nogales, centros urbanos donde regían programas de desarrollo industrial fronterizo y se gozaba de un régimen arancelario y fiscal especial, lo que conformó la frontera histórica de las maquiladoras en México y según los datos que obtuvo, que son interesantísimos, asegura que la presencia de las maquiladoras provocó un importante cambio en la estructura de ocupación de estas ciudades al incorporar casi exclusivamente fuerza de trabajo femenina. En 1975, en las ciudades de Juárez, Matamoros, Tijuana y Mexicali, por cada cien obreras laborando en las maquiladoras había menos de treinta obreros varones contratados para la misma actividad. 

La idea que intento transmitir aquí es: ¿quién garantizó el desarrollo de nuestra ciudad y nuestra región sino las mujeres? Aunque la verdad es que poco o nada se les ha reconocido. Muy por el contrario las administraciones que han pasado no han logrado llevar a cabo políticas públicas ni acciones para garantizar su bienestar, dignificar las condiciones de trabajo ni su seguridad. 

Como asegura Cirila Quintero, este Programa de Maquiladoras, implementado desde el Gobierno Federal, tenía la finalidad de dar empleo a los desempleados del Programa Bracero, pero terminó empleando principalmente a mujeres locales y migrantes, particularmente de Tamaulipas y de San Luis Potosí. De hecho, en Matamoros se instaló la primera maquiladora del país. Estas mujeres, dice, se instalaron y formaron sus familias en Matamoros e incluso invitaron a familiares suyos a venir a trabajar a Matamoros. También nos dice que entre 1970 y 1980, la población femenina de Matamoros creció en un 34.5% y que esta migración de mujeres solteras fue central para el crecimiento. 

Guste o pese, la realidad es que gran parte del desarrollo económico de Matamoros dependió y depende todavía del trabajo duro de mujeres migrantes y quién mejor para contar parte de esta realidad que ellas, las que trabajan y habitan esta tierra. 

Paty tiene 45 años y vive en la Colonia Palmares. Tiene una hija de 11 años y un hijo de tres viviendo con ella: 

Yo empiezo mi día desde muy temprano, desde hace dos años que ya no trabajo en maquiladora. Me despedían mucho y no duraba más de seis meses en promedio, el trabajo más largo fue de dos años. Esto me lo hacían para no generar antigüedad ni darme las prestaciones que me tocaban.

Sra Paty.

Es bien importante este tipo de testimonios porque nos hacen darnos cuenta de una realidad que duele mucho. Esa realidad es que no es casualidad que estas empresas contraten mujeres solo porque si, se trata de un acto premeditado pues muchas mujeres están a la merced de un trabajo que les permita subsistir y sostener el hogar. Se trata de un tema muy profundo. Con todas las labores que hacen además de trabajar, como cuidar a los hijos, los nietos, limpiar la casa y todo lo relacionado con el hogar, les queda poco tiempo para organizarse de manera colectiva y exigir mejores derechos. 

Lamentablemente a veces tenía que faltar al trabajo por atender cosas de la casa. De hecho en el último trabajo donde ya tenía tiempo y me sentía contenta, tuve que faltar mucho porque mi hija se salió de la casa. Tuve que salir a buscarla, fue muy difícil todo y aún cuando mi supervisor me apoyó metiendo vacaciones cuando no me tocaba, pues ya no pude seguir. Mi hija grande era la que cuidaba los niños, entonces pues ya no tengo cómo, ahora solo vendo cosas en un tianguis que pongo aquí afuera de mi casa.

Sra Paty.

Las labores del hogar no están bien distribuidas entre los miembros de las casas. En México y en muchos países en donde el machismo es costumbre, estamos acostumbrados a aplaudir que un hombre participe en las labores de cuidado, decimos  “¡Ay qué buen muchacho, le ayuda con las cosas de la casa!”, cuando no es eso, no es ayuda, es cooperación entre las personas que comparten espacios. No por ser mujer le “tocan” los trastes ni mucho menos. El no distribuir estas tareas equitativamente, sumado a llevar a los hijos a la escuela, cuidar enfermos, limpiar, comprar el mandado, etc… se vuelve una carga terrible y hace muy difícil que se viva una vida libre de estrés y cansancio, mucho menos de capacidad para desarrollar una vida profesional. 

Al igual que Paty, Ilse de 34 años también trabaja en maquiladora. Ella vive en Matamoros y su trabajo está en Río Bravo, a una hora de distancia cuando todavía es de madrugada y manejando sola. Ella no está en la línea de producción, ella está en un área más gerencial de la empresa.

En mi trabajo, mi responsabilidad principal es que se cumpla el plan de producción. Mandar todo a la bodega en McAllen, Tx. y que esté a tiempo. Tengo que estar haciendo planeación todo el día en un horario de 7.30hrs a 17:30hrs. La verdad es lo que me gustaría que cambiara, es mucho tiempo y es muy poco flexible el horario. Soy mamá de una bebé de seis meses, en el día mi mamá me apoya a cuidarla, pero en la noche tengo que llegar con ella y por la naturaleza de mi trabajo, me llaman a la 1 de la madrugada para solucionar un tema logístico, es francamente agotador. 

Sra. Ilse.

Los problemas que afectan a las mujeres son diferentes entre sí y también entre clases sociales, sin embargo, a pesar de los privilegios, siguen existiendo dificultades que no son comparables pero tampoco menos importantes. La vida laboral de las mujeres se vuelve un tormento en muchos sentidos porque a pesar de “abrir” las oportunidades, se necesitan muchos cambios estructurales, no solo de las empresas, sino también de los gobiernos y la sociedad en general. 

Cuando tuve a mi bebé, por ejemplo, lo recomendable según la Secretaría de Salud y el IMSS, es que la lactancia materna sea por seis meses y a mí la empresa me da nada más tres meses, será muy difícil que lo logre con éxito. Y yo estoy consciente de mi privilegio, porque muchas mujeres de la línea de producción no pueden ni siquiera pensar en esta prestación, pero oye, no creas que yo tenía una sala de lactancia, era un cuarto con humedad, goteras, etc. No hay una perspectiva de género, somos distintas y necesitamos condiciones laborales distintas. Los horarios están diseñados para ellos. 

Sra. Ilse.

La realidad de las colonias de Matamoros, ante la falta de apoyos y espacios, son “los niños llave”: niñas, niños y adolescentes que debido a qué no hay nadie en casa esperándolos cuando salen de la escuela, traen una llave en el cuello para irse solos a sus casas, prepararse comida, cuidar a sus hermanos, limpiar, hacer sus tareas, etc. Esto ocurre en el mejor de los casos, lo cierto es que estos niños están expuestos a muchísimos peligros e influencias que pueden llevarlos a consumo de sustancias, soledad, violencias, secuestros, entre otros. 

Por supuesto que sería muy injusto culpar a las familias por esta situación, hay veces en que no hay de otra para subsistir y es una situación muy injusta. En esos momentos es que los gobiernos deben ser humanos y sensibles a las necesidades de las personas y buscar desarrollar proyectos ante estas complejas realidades. 

Otros rostros invisibilizados en estas labores de cuidado en Matamoros, son los de las abuelas, ellas son las qué cuidan a quienes cuidan y trabajan. Muchas veces son las que apoyan a sus hijas y nueras, cuidando a los nietos para que estas trabajen, trabajo que no es valorado por la sociedad ni mucho menos remunerado.  

La situación actual en la que se encuentran muchas abuelas en nuestra sociedad es el resultado de décadas de abandono y negligencia por parte de gobiernos corruptos y políticos viejos machistas. Han sido víctimas de políticas públicas deficientes y de la exclusión sistemática en la toma de decisiones que les afectan directamente. En muchos casos, estas mujeres han sido relegadas a un segundo plano y han sido ignoradas por las políticas económicas y sociales que han beneficiado a otros sectores de la población.

Por tanto, es necesario implementar políticas públicas que reconozcan el papel fundamental de las abuelas en el cuidado de la familia y en la independencia financiera de sus hijas. Es necesario garantizar su acceso a servicios de salud y seguridad social que les permitan llevar una vida digna y saludable. También debemos promover su inclusión en programas de capacitación y formación para el empleo, que les permitan generar ingresos y contar con un trabajo remunerado que les brinde autonomía y les permita ejercer su derecho a la vida digna.

Ya repasamos dos sistemas de desigualdad que vuelven sumamente difícil la vida laboral de las mujeres matamorenses: las condiciones laborales, la desigualdad en el sistema de cuidados. Un tercer problema es la falta de un sistema de movilidad que sirva a las personas, un transporte público que sea seguro y eficiente para todos y para todas. 

Otra historia muy lamentable es la de Yahaira, una muchacha de 28 años que empezó a trabajar en maquiladora cuando tenía 17, pero que al momento es cajera en un Oxxo en el centro histórico.

Yo la verdad que me cambié a trabajar en el Oxxo mejor por el tema del transporte. Es muy difícil porque para llegar a la maquiladora tenía qué levantarme bien temprano, agarrar un taxi y pagar entre 100-150 pesos, si no, la opción era tomar una pesera que tarda muchísimo y muchas veces se quedan a la mitad del camino porque se descomponen y uno no puede depender así del trabajo porque si llegas tarde te descuentan el dinero o te quitan parte de los bonos. No está mejor en donde trabajo ahorita, ya me han asaltado, acosado, pero por ejemplo, si llego tarde, aquí me piden quedarme horas extra y pues, si se vuelve muy peligroso andar en el Centro en la madrugada pero tengo que trabajar. 

Srta. Yahaira.

La inseguridad vivida por las mujeres no es algo que debamos normalizar o hacernos de la vista gorda, es una realidad sobre la que tenemos que actuar todos los órdenes de gobierno y todos los sectores de la sociedad. No es normal sufrir de acoso o temer por la vida propia solo por trasladarse al trabajo, pero, ¿qué pasa con el transporte público en Matamoros?, ¿por qué no hay rutas y servicios adecuados y de altura para la ciudadanía?, ¿por qué en otras entidades y municipios ya pasaron este tema hace años?, ¿por qué parece que aquí no pasa nada a través de los años? Seguimos teniendo camiones de las subastas del distrito escolar de Brownsville, la basura que les sobra es lo que opera nuestro transporte público. 

El testimonio de esta trabajadora pone de relieve la difícil situación que enfrentan muchas mujeres que trabajan en las maquiladoras del norte de Tamaulipas. Además de los bajos salarios y la falta de prestaciones, tienen que lidiar con los altos costos y la inseguridad en el transporte público. Esta problemática no sólo afecta su capacidad para llegar a tiempo al trabajo, sino que también puede poner en riesgo su seguridad y su bienestar físico y emocional. Es importante reconocer que estas trabajadoras no deberían tener que elegir entre su seguridad y su sustento, y es responsabilidad del gobierno y las empresas garantizar condiciones laborales seguras y justas para todas las trabajadoras.

Para abordar esta problemática, se necesita una política integral que aborde tanto la falta de transporte seguro y accesible como las condiciones laborales injustas y peligrosas. Es necesario que el gobierno implemente medidas para mejorar el transporte público y garantizar que las trabajadoras puedan llegar a sus trabajos de manera segura y a tiempo. Además, las empresas también deben ser responsables de proporcionar un transporte seguro y confiable para sus trabajadoras. Asimismo, es fundamental que se respeten los derechos laborales de las trabajadoras, incluyendo salarios justos, prestaciones y condiciones laborales seguras. Sólo con políticas y medidas integrales se puede mejorar la vida y el bienestar de estas trabajadoras y sus familias, y garantizar que puedan trabajar y vivir con dignidad.

En Monterrey, se han implementado diversas medidas para mejorar la seguridad en el transporte público. Una de estas medidas ha sido la instalación de cámaras de seguridad y botones de emergencia en los camiones urbanos y taxis. Además, se ha creado un programa de capacitación para los conductores de transporte público, que incluye temas como la prevención de la violencia de género y el respeto a los derechos de las mujeres. Estas medidas han tenido un impacto positivo en la seguridad de las mujeres en el transporte público de Monterrey, y se espera que se sigan implementando más acciones en el futuro para continuar mejorando la situación.

He sido testigo de cómo año con año ha aumentado la participación de mujeres jóvenes en las marchas feministas en el marco de las actividades del 8 de marzo en la ciudad. Ha sido particularmente esperanzador ver incluso a niñas acompañando los contingentes, todas exigiendo poner un alto a los feminicidios, a detener la violencia contra las mujeres, a garantizar derechos sexuales y reproductivos, todas causas urgentes. 

Para seguir con la perspectiva comparada, es innegable que la participación de las mujeres en las marchas feministas en la Ciudad de México ha aumentado significativamente en los últimos años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2019 se registraron más de 80 marchas feministas en todo el país, y se estima que participaron más de 20 millones de mujeres. En la Ciudad de México, la marcha del 8 de marzo de 2020 contó con la participación de más de 80 mil mujeres, lo que representa un incremento del 60% en comparación con la marcha del año anterior. Estos datos demuestran el creciente compromiso y la determinación de las mujeres mexicanas por hacer escuchar su voz y exigir un cambio real en la lucha por sus derechos.

De acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), en la Ciudad de México las mujeres jóvenes son las más vulnerables a sufrir violencia de género. En 2020, el 42% de las mujeres víctimas de violencia en la ciudad tenían entre 18 y 29 años. Estos datos son alarmantes, pero a su vez demuestran la importancia de que las mujeres jóvenes sean las protagonistas en la lucha contra la violencia de género y la defensa de sus derechos. 

Según información del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública, vamos de mal en peor, en 2017 fueron 4 feminicidios; en el 2018 fueron 13; en el 2019 16; en el 2020 12 y en el 2021, 4. Esto sin entrar en las cifras de delitos sexuales que también van en aumento y ocurren en promedio 30 por semana en Tamaulipas. 

La violencia de género es una problemática que se ha naturalizado en nuestra sociedad, y como tal, parece que no existe la voluntad política para erradicarla de una vez por todas. En la frontera de Tamaulipas, por ejemplo, la violencia contra las mujeres se ha convertido en una epidemia. Según datos del Observatorio Ciudadano de la Violencia de Género en Tamaulipas, en el 2021 se registraron 23 feminicidios en la entidad, de los cuales 8 ocurrieron en la frontera. La mayoría de estos casos quedan impunes, y las autoridades no parecen tener una estrategia clara para prevenirlos.

La falta de políticas públicas efectivas para prevenir y erradicar la violencia de género se refleja en las cifras. Según datos del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública, en Tamaulipas se registraron 1,587 casos de violencia familiar en el primer semestre del 2022, lo que representa un aumento del 13.5% con respecto al mismo periodo del año anterior. Además, se reportaron 246 casos de violación en la entidad en el mismo periodo, lo que significa un aumento del 21.5% en comparación con el año anterior.

Las maquiladoras del norte de Tamaulipas son una fuente importante de empleo para muchas mujeres en la región. Sin embargo, el trabajo que realizan es a menudo invisibilizado y no se les atiende adecuadamente. La corrupción en la industria es un problema grave, con empresas que se aprovechan de las mujeres trabajadoras y de su necesidad de empleo para pagarles salarios injustos y negarles beneficios laborales básicos.

El machismo también es un factor que contribuye a la invisibilidad y la falta de atención a las mujeres trabajadoras en las maquiladoras. Las mujeres a menudo son vistas como menos valiosas que sus compañeros masculinos, y se les niega la oportunidad de ascender a puestos de mayor responsabilidad. Además, las mujeres trabajadoras también enfrentan discriminación y acoso sexual en el lugar de trabajo, lo que hace que sea aún más difícil para ellas avanzar en sus carreras.

A pesar de estas dificultades, las mujeres trabajadoras en las maquiladoras del norte de Tamaulipas han demostrado ser resilientes y comprometidas con su trabajo. Han luchado por mejores condiciones laborales y han logrado algunos éxitos, como el derecho a organizarse en sindicatos y a negociar colectivamente con sus empleadores. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para asegurar que las mujeres trabajadoras sean tratadas con dignidad y respeto en el lugar de trabajo, y para garantizar que se les paguen salarios justos y se les brinden beneficios laborales adecuados.

Las mujeres que trabajan en la maquila son el claro ejemplo de todo lo que está mal en nuestra sociedad. Un grupo de población tan significativo para la economía de la región, que ha demostrado ser una fuerza de trabajo excepcional, nunca se ha valorado como se debe, nunca se ha reconocido como se debe y por el contrario, se han perpetuado durante décadas los abusos, se ha sacado ventaja de ellas y nada o muy poco se hace por mejorar las condiciones de vida. 

Estas historias no me son ajenas. En 1983, mi mamá tenía 14 años y migró de Veracruz a Matamoros con su hermana para irse al otro lado. Sin embargo, algo hubo en esta tierra que la hizo que se quedara. A los 16 años, entró a trabajar a Delphi Deltrónicos de México que se enfoca en el desarrollo y manufactura de autopartes de punta tecnológica. A ella le tocaba ensamblar capacitores y hacía soldaduras. Ahí, en la fábrica, conoció a su mejor amiga, mi tía Elda y hasta su reciente fallecimiento, siempre estuvo en los mejores y peores momentos. 

La Presidenta dijo que empezaría el Sistema Nacional de Cuidados en Tijuana con las mujeres de la maquila, ojalá también reivindiquen esta historia de las mujeres matamorenses, las que trabajan y habitan esta tierra. 

Un especial agradecimiento a Mónica Benavides, Fernanda Seceñas y Linda Bautista por conducir las entrevistas y a Roberto Lee por sus contribuciones para escribir este texto.

Referencias
https://scielo.org.mx/pdf/pp/v12n49/v12n49a5.pdf
https://core.ac.uk/download/pdf/294833341.pdf#page=160
https://www.redalyc.org/pdf/325/32512502.pdf
https://www.scielo.org.mx/pdf/igeo/n45/n45a7.pdf
http://app.eam.edu.co/ojs/index.php/sinapis/article/view/83/116 

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